gigantes y cabezudos -almena-2005-
Era día de San Pedro y estaba -casualmente- en la ciudad y en el momento. Inopinadamente, comencé a escuchar a la banda de dulzainas, tamboriles, gaitas... Dejé en la barra el café cortado que estaba tomando y a mi amiga que también tomaba displicentemente despaciosamente el suyo. Subí apresurada las escaleras de aquella cafetería y ...
¡Eran ellos!, ¡los gigantes y cabezudos!. Los de los años infantiles y que tanto tiempo hacía que no había vuelto a ver. Los mismos, los mismos de siempre. Pero a mí se me antojaron absolutamente nuevos y permanecí contemplando su marcha a lo largo de la calle de Santa Clara.
Detrás de la marcha solemne de los gigantes, los cabezudos marchaban juguetones, danzarines, repartiendo chucherías entre los pequeños que miraban así, entre admirados y alborozados.
¡Eran ellos!, ¡los gigantes y cabezudos!. Los de los años infantiles y que tanto tiempo hacía que no había vuelto a ver. Los mismos, los mismos de siempre. Pero a mí se me antojaron absolutamente nuevos y permanecí contemplando su marcha a lo largo de la calle de Santa Clara.
Detrás de la marcha solemne de los gigantes, los cabezudos marchaban juguetones, danzarines, repartiendo chucherías entre los pequeños que miraban así, entre admirados y alborozados.
La banda, esta banda...
Banda -almena 2005-
marcaba los compases de su baile y servía de reclamo, convocando a su alrededor a quienes la escuchaban desde lejos o a quienes, como yo, la escuchaban en su mente desde tiempos lejanos.
Y permanecí mirándola mientras se alejaba, escoltando a los gigantones enhiestos y a los cabezudos saltarines. Marcharon despertando sueños infantiles Santa Clara abajo camino de la Plaza Mayor. Yo los veía alejarse...
Y permanecí mirándola mientras se alejaba, escoltando a los gigantones enhiestos y a los cabezudos saltarines. Marcharon despertando sueños infantiles Santa Clara abajo camino de la Plaza Mayor. Yo los veía alejarse...
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